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Asociación de Veciños A Fonte de Fornelos

Novas

(01-08-2009)

El trabajo de un pueblo unido

Los vecinos de Fornelos han logrado construir con sus propias manos e ilusión un paradisíaco entorno para su Festa da Fonte

Reconocer eso es precisamente lo que pretende la Festa da Fonte de Fornelos, que se celebrará mañana mismo. Es la reunión de los vecinos de este pueblo baiés, culmen de todas las actividades realizadas durante un año y durante toda una vida. No obstante, desde el 2006, año en que se creó la Asociación de Veciños A Fonte de Fornelos, lúdica-cultural y presidida por Estrella Balsas, el trabajo ha sido más admirable todavía.
Entre sus vecinos destila la amistad y el buen convivir. Se conocen entre sí, hace un alto en el camino para saludarse y, sobre todo, han trabajado mucho para tener hoy, «aínda que seguen os proxectos», uno de los espacios más bonitos para su fiesta.

Sábados y domingos, estos vecinos no solo han tenido tiempo para formarse con diversos cursillos, sino para acometer un enorme trabajo de campo, que ha pasado, por ejemplo, por la recuperación y acondicionamiento de la ribera del rego de Fornelos, como lo llama Marisa Roel, mujer que contagia el esfuerzo de sus vecinos tan solo con sus palabras. Es un proceso iniciado ya hace unos cuatro años y gracias al cual hoy se puede gozar de un limpio río truchero, de un hermoso puente y de un paseo fluvial donde, si en calma la escuchas, «el agua te cuenta secretos».

El acondicionamiento de la fuente del Reirís o la restauración de uno de los molinos, por los que ahora, piedra a piedra, el paseo traza una hermosa ruta, forman parte de este amplio elenco de iniciativas puestas en marcha por la asociación. Contando siempre con el trabajo desinterado del pueblo, algunos incluso cedieron fincas, y con «la inestimable financiación y ánimo del Concello de Zas», estos vecinos trabajan sin descanso. Aunque hay varios, uno de los elementos patrimoniales más importantes de Fornelos, su cruceiro, fue trasladado desde el medio de un camino hacia donde ahora puede realmente admirarse. Sus trabajos los unen y los hermanan. Culminan con una merienda de las que ya quedan pocas. Donde antes había corredoiras, ahora hay piedra lisa, colocada por gente que no hace desmerecer a un Fornelos «cuna de canteiros». La mujer rural de Fornelos tiene su estatua simbólica. Además de trabajadores, estos vecinos son agradecidos. Mañana, celebrarán su Festa da Fonte: presentación a las 13.00 horas, pregón con Genaro Rodríguez, nacido en el pueblo, comida de campo, gaiteiros y pandereteiros de Fornelos o juegos populares. Es solo un adelanto. Vale la pena acercarse: por el entorno, por la fiesta y por su esfuerzo.


(08-03-2009)

De tal palo, tal astilla | marisa roel y rocío romar

Vocación por la enseñanza

Madre e hija tuvieron claro desde muy pequeñas que lo suyo era el magisterio, una profesión que volverían a elegir una y otra vez

Marisa Roel llegó a Fornelos (Zas) en 1962, recién acabada la carrera de Magisterio. «Era la primera vez que pisaba una aldea y aquello no era lo que es hoy», cuenta para explicar que sus comienzos como maestra no resultaron nada fáciles. «Tenía 53 niños de 6 a 14 años y no me llegaban las sillas. Ni siquiera teníamos cuarto de baño», recuerda. «Pero fue tal el enganche que cogí, que juré que cuando me jubilase volvería a Fornelos para vivir», añade. Y cumplió su palabra. «Donde empecé, terminé», dice contenta.

Tras un breve paso por la escuela de Meicende (Arteixo), Marisa regresó a la Costa da Morte un año antes de su jubilación, en el 2001, aunque lo hizo al colegio Labarta Pose de Baio, a donde la unitaria de Fornelos se trasladó el 15 de octubre de 1973. «Puedo decir con orgullo que cuando se hizo la concentración mis niños iban muy bien preparados, todos salieron adelante en la vida», dice doña Marisa, nombre por el que todavía hoy le conocen todos sus «niños». Se emociona al contar que su regreso a Baio le dio la oportunidad de enseñar a los hijos de sus primeros alumnos y se enorgullece al recordar que su hija Rocío también asistió a sus clases en la pequeña escuela de Fornelos. «Aprendió a leer ella sola, jugando con las letras», dice Marisa, quien se define así misma como «una maestra muy feliz».

Tanto, que si volviese a nacer volvería a elegir la misma profesión que tantas satisfacciones le dio. «Yo también le debo mucho a mis alumnos, porque me enseñaron a madurar, hicieron un esfuerzo tremendo para ayudar a aquella señorita de A Coruña que no sabía ni hablar gallego», explica con cariño.

Pero es que doña Marisa fue mucho más que una maestra. El contacto con las familias de Fornelos fue tan estrecho -«no hubo casa en la que no tomase café», recuerda-, que incluso ayudaba a los mayores a escribirle cartas a los familiares que se encontraban lejos, y con el tiempo, también enseñó a leer y a escribir a aquellos mayores que no habían tenido la oportunidad de aprender cuando eran niños.

Su hija, que en la actualidad imparte clases de gallego, sociales y la nueva materia Proyecto Interdisciplinar en el instituto Urbano Lugrís de Malpica, también es una maestra vocacional. «Na miña vida me planteei estudar outra cousa, sempre quixen facer Maxisterio, sempre quixen dedicarme á educación», indica, al tiempo que insiste en que sus alumnos de Malpica «son unha marabilla».

En su caso, los niños le llaman «profe» o simplemente Rocío y, como su madre, es de las que piensan que «el contacto con las familias es importantísimo». Ella empezó a dar clases en el 91 (durante 15 años recorrió toda Galicia, hasta que obtuvo en Malpica su destino definitivo), así que coincidió diez años en la enseñanza pública con su madre. «Me renové gracias a mi hija. De ella aprendí muchas cosas que me fueron de utilidad y me ayudó mucho mezclar mi experiencia con sus técnicas de innovación», dice Marisa, quien es incapaz de disimular su orgullo cuando Rocío explica el premio a la innovación educativa que ella y su compañera Carina Pereira recibieron por su trabajo en la materia de Proyecto Interdisciplinar.

«La docencia es muy dura, pero engancha», resume Marisa. «É algo moi vocacional», confirma Rocío. Dos generaciones con un único objetivo: enseñar.



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